Cada año el consumo de bebidas en lata sigue creciendo en Argentina. Según el último informe del INV (Instituto Nacional de Vitivinicultura) durante el período del 2020 a 2021 la lata tuvo un aumento de un 77 % en la categoría de envases, siendo el de mayor crecimiento y que se refleja en el volumen de latas en el mercado.
El consumo de vino en este formato es cada vez más frecuente en espacios donde antes era inusual encontrar vinos, como balnearios, playas y parques. En la medida en que los consumidores se familiaricen cada vez más con el envase se harán cada vez más presentes en restaurantes, bares y distintos tipos de reuniones.
Para los próximos años se espera un crecimiento continuo en el país y la región, brindando al mercado latas con diferentes volúmenes, etiquetas cada vez más creativas e innovadoras.
Para los productores vitivinícolas se abre un abanico de posibilidades junto a la lata, permitiéndoles explorar en las tendencias mundiales que giran en torno a las graduaciones alcohólicas, sabores más dulces, variación de las burbujas y mezclas de uvas.
Según estimaciones, que en 2027 se espera un crecimiento global del mercado de vinos enlatados, alcanzando los 155.100 millones de dólares.
Consumidores diferentes
La bodega Mosquita Muerta Wines, de Familia Millán, junto a Ball Corporation, son protagonistas centrales de esta tendencia, luego de haber lanzado los primeros espumantes en lata de la Argentina y un vino tinto de perfil fresco y frutado.
Con la premisa siempre puesta en la innovación suma ahora nuevas etiquetas a su portafolio, como su reconocido Cordero con Piel de Lobo que llega en formato de 473 ml y en tres varietales distintos.
“El objetivo del vino en lata es captar a consumidores diferentes que prefieren momentos más descontracturados y que no requieren de formalidades a la hora de tomarlo. Nuestra estrategia es llegar con el mismo vino que se produce en la botella. Hay que tener en cuenta que la lata conserva perfectamente los aromas, sabores y la misma calidad que el vidrio”, comenta Marisel Millán, responsable comercial de Familia Millán.
Asegura que cada consumidor puede tener opciones individuales para cada momento de consumo: “En mi caso, prefiero comenzar con espumantes y luego pasar al vino para los platos principales. La lata se enfría rápido y su envase se puede llevar a todos lados, se puede pensar desde un bar hasta la playa donde está prohibido el vidrio”, dice Millán.
Por su parte, Hugo Magalhães, director de Marketing y Nuevos Negocios de Ball Corporation afirma: “Después del lanzamiento del vino en lata en formatos de 269 ml y 310 ml, la medida más elegida por los argentinos es la de 437 ml, que ahora también se traslada al vino, siendo ideal para compartir en una comida sin gastar de más y aportando un consumo moderado.
“Ball está comprometida con esta categoría de bebidas, contando siempre con disponibilidad de diferentes formatos de latas, un laboratorio de prueba especializado y todo el conocimiento sobre este consumidor que busca practicidad y conveniencia”, dice el ejecutivo de la compañía líder en envases de aluminio sostenibles para bebidas.
Fuente: Ámbito.
Lima, Perú.
Edición 48.